Seguro que has oído hablar de ellos mil veces y seguro, que tú mismo has dicho aquello de ‘taninos redondos’ o ‘taninos poco pulidos’, pero… ¿Sabes realmente qué son los taninos?
Hoy vamos a contarte algunas cosillas sobre ellos que harán que sepas, aún más, sobre el mundo del vino.
Desde el punto de vista científico, los taninos son unos compuestos fenólicos que se producen en algunas frutas y las cortezas de plantas y árboles. Tienen un característico olor, sabor amargo y provocan una sensación de sequedad en la boca, ya que su función es la de ejercer como mecanismo de defensa en estos vegetales, evitando que los depredadores se coman sus frutos, hojas y semillas antes de la maduración completa. Pero además de esta función, los taninos actúan como un antioxidante natural, que junto a otros factores como el alcohol, el cuerpo y la acidez, son fundamentales para dar estructura y longevidad al vino.
Por lo dicho anteriormente, los taninos del vino proceden, principalmente, de las uvas ya que en ellas están presentes en la piel, las pepitas y en los tallos de la vid. Debido a esto, aquellos vinos en los que el mosto esté expuesto más tiempo a la presencia de los hollejos, pepitas y/o raspones, contarán con más taninos. Esta es la causa de que los vinos blancos o rosados, tengan menor presencia de estos polifenoles. Aunque no sólo la uva es fuente de taninos en el vino, ya que cuando este se almacena en barricas de madera, los taninos presentes en esta también se disuelven a través del contacto.
En lo relativo a qué aportan los taninos a un vino, ya decíamos anteriormente que proporcionan tanto amargor como astringencia, así como complejidad al sabor, aportando una sensación de sequedad, amargor e incluso dar aspereza en encías y lengua. Pero no solo esto. La presencia de taninos también tendrá influencia sobre la capacidad para envejecer ‘bien’ de los vinos, ya que a mayor concentración de taninos y antocianos, el vino tendrá mejor vejez, presentando mayor cuerpo, estructura y complejidad.
En cuanto a la concentración de taninos en las diferentes variedades de vino, no es igual de unas a otras. Existen variedades con alta carga de taninos son la Syrah, Mencía, Tannat, Cabernet Sauvignon, Nebbiolo, Malbec, Syrah, Sangiovese y Tempranillo, entre otras, mientras que la Pinot Noir, Gamay, Garnacha, Zinfandel, Cabernet Franc o Barbera, destacan por sus menores concentraciones de taninos.
Pero no sólo la variedad influye en la concentración de taninos de un vino. Otros factores, como el nivel de maduración de las bayas, la influencia del terruño, las características de la añada, la época de fermentación y maceración, o el estilo de vino, entre otros, también influyen en estos niveles. Por ello la maestría del enólogo también tiene mucho que ver con la concentración de taninos en un vino, ya que existen diferentes técnicas para ‘domesticar’ los taninos de un vino, ya que el uso de barricas de roble, la técnica de la microoxigenación o el proceso de clarificación, ayudan a ‘suavizar’ la sensación que provocan los taninos.
En Bodega Fabio Coullet en nuestro vino tinto ‘Ingénito’, usamos garnacha una variedad de taninos suaves , y nuestra filosofía en la bodega es dejarla expresarse tal y como creemos que es, y además como creemos que es nuestro terroir de pizarra en la Axarquía, Ingenito es un garnacha fresca y floral, con taninos muy suaves y enormemente bien pulidos, todo esto concuerda con nuestra filosofía de mínima intervención en bodega optando por un mínimo afinado en barricas de roble francés de 500 litros, usadas durante al menos 4 meses.
El resultado es un vino fino y sumamente delicado, con presencia de un punto mineral, donde predominan los aromas a guinda, palo de fresa, notas de violeta, hierbas en resina y pinos mediterráneos que acompañan la al refinamiento delicado de la crianza en barrica. Presenta una magnífica boca, fresca y equilibrada, un conjunto con armonía y muy fresco para ser disfrutado en cualquier época del año.
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