Volver al origen: Vinos de mínima intervención

Volver al origen: Vinos de mínima intervención

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Con frecuencia, hacemos referencia a la expresión ‘mínima intervención en bodega’ para hablar de los vinos de la Bodega Fabio Coullet, así como la de otros elaboradores que siguen la misma metodología a la hora de crear vinos, pero ¿sabes realmente qué son los vinos de mínima intervención?

Siguiendo la tendencia observada en el mundo de la alimentación, en la que cada vez se apuesta por productos más naturales elaborados cómo siempre se han preparado, con nulo o mínimo procesado, se está evidenciando que el mundo del vino también opta por abrazar esta corriente cada vez con más fuerza, seleccionando sistemas de producción donde se aplique al vino una nula o mínima intervención, tanto humana, como química y tecnológica.

Aunque cuando se habla de vinos de mínima intervención en bodega, parece que sólo hacemos referencia a los procesos enológicos realizados ‘bajo techo’, pero no tendría sentido si no comenzásemos con esta filosofía en el campo. En el caso de la Bodega Fabio Coullet, el cultivo de nuestras viñas se produce bajo la doctrina de la agricultura orgánica. Esto garantiza que no utilizamos ningún tipo de producto agroquímico, minimizando el número de laboreos en el campo y vendimiado a mano o con ayuda de nuestras queridas e imprescindibles mulas.

Para continuar con las diferencias con los vinos ‘convencionales’ podemos decir qué, a diferencia de la mayoría de los vinos que encontramos en el mercado, a los vinos de mínima intervención no se les añaden levaduras comerciales si no que la fermentación se produce gracias a las propias levaduras nativas, indígenas o naturales, presentes en el viñedo del que proceden las uvas, lo que aporta mayor “tipicidad”  los vinos resultantes.

En nuestro caso, además, tras la selección manual de las uvas que nos permite eliminar aquellos frutos más sobremadurados manteniendo la frescura de nuestros vinos, los racimos van íntegros con su raspón y sin despalillar para la elaboración del tinto, consiguiendo así aún mayor frescura y viveza en nuestros vinos.

Otra práctica que llevamos a cabo durante la fermentación, es mantener el vino en contacto con sus lías sin realizar ‘batonnages’, tanto en los vinos blancos como en los tintos evitando cualquier tipo de manipulación del vino durante el proceso de fermentación.

Finalmente no añadimos más aditivos de los necesarios, ni clarificamos, ni estabilizamos el vino de un modo que no sea natural, realizando únicamente en los vinos blancos, una mínima filtración con papel para retirar los posos más groseros que hayan podido formarse en el vino.

El resultado de todos estos ‘no-trabajos’, sobre el vino, le proporciona colores, aromas y sabores muy diferentes con respecto a los vinos convencionales, ya que el vino además de resultar más auténtico al representar sin prácticamente interferencias el alma del terruño y la variedad, sigue evolucionando y desarrollándose en la botella de un modo totalmente natural